Cada historia de éxito comienza con una pasión y con la visión de
hacer realidad algo que antes no existía.
La emoción, la coherencia, la valentía de un agricultor dedicado en cuerpo y alma a sus viñedos.
La pasión por el campo y la demostración de poder crearlo con constancia y dedicación diaria.
Una plantación pionera y única en la región.
Crear vida desde una cepa.
El vivir con V de vino.
La distinción, la nobleza y la autenticidad. El respeto por el paisaje y por la naturaleza.
Monte bajo con tomillo y encina.
Amplitud térmica y altitud de 837 metros.
Un caminar que deja huella. Un paso en boca equilibrado. Un post gusto refinado.
La sensibilidad hacia un maridaje impecable. La innovación.
Lo limitado y exclusivo.
Un padre y dos hijos (cuarta y quinta generación de viticultores)
unidos por el amor a una madre:
Marisol Rubio.
Una mujer cariñosa, detallista, sensible y comprometida con dar lo mejor.
Pasado, presente y futuro.
Sin tradición no hay innovación.
El amor al campo y a los viñedos, al trabajo bien hecho.
El compromiso de ofrecer, con respeto, lo mejor.